Primer Matrimonio Misionero.

José Cruz Vicente Letamendía y Rosa María Urra
Primer matrimonio misionero de la
Sociedad Familiar Eclesial UNIÓN LUMEN DEI
Primer matrimonio misionero de la
Sociedad Familiar Eclesial UNIÓN LUMEN DEI
José Cruz Vicente Letamendía y Rosa María Urra nacen
en Pasajes de San Juan (Guipúzcoa, España) el 4 de junio de 1940
y el 27 de diciembre de 1943, respectivamente. Contraen matrimonio
el 20 de enero de 1968. Poco antes de casarse conocen al
Rvdo. P. Rodrigo Molina, S.I., un Sacerdote español que, ante la
desgarradora situación del pueblo quechua y respondiendo a la
llamada del Concilio Vaticano II y las Encíclicas de los últimos
Papas, acababa de fundar en Cuzco, junto con un grupo de laicos
comprometidos, Prodesa (Promotora de Desarrollo) que, con los
años, vendría a transformarse en A.B.C. PRODEIN y en la Sociedad
Familiar Eclesial UNIÓN LUMEN DEI.
Quieren ayudar al Padre. Le prometen irse al Cuzco nada
más casarse para consagrar ambos al unísono sus vidas al Señor
al servicio de los más necesitados. Sin saberlo serán los primeros
misioneros y los cimientos de la Obra del Padre. Su generosidad
llena de alegría al Padre Molina. En José Cruz se da cuenta que
ha encontrado a la persona que necesitaba. Él es muy inteligente.
Posee grandes cualidades humanas y sobrenaturales. Rosa María
lo secunda en todo. Ya en Perú -llegaban el 10 de febrero de 1968-
tendrán dos hijos, María de los Ángeles y Ricardo, y adoptarán
una niña cuzqueña, Margarita.
Bien pronto, José Cruz se gana la simpatía de todos por
su gran bondad. Se entrega incondicionalmente a Jesús a través
de esta Obra. Llega a un grado de unión e identificación con el
Crucificado sorprendente. Mucho tiene que sufrir, pero mantiene
su inquebrantable fidelidad. El 21 de mayo de 1970 le escribía al
Padre Molina: «Reitero mi inquebrantable desprendimiento por
la creación de esta Institución seglar religiosa y mi propósito de
seguir aplicado hasta la lucha según el querer de Cristo. Que sólo
Él y nada más que Él guíe mis torpes pasos. Nada soy y en nada
cabalgo, sólo deseo andar en Cristo y ser para Cristo». Y el 1 de
julio de este mismo año: «Tenemos que hacer algo extraordinario.
Cristo no se pasó en mediocridades, sino todo lo contrario. Es de
absoluta necesidad ser santos porque si no, es imposible hacer
algo, pero también es imprescindible ser técnicos para impregnar
los evangelios en la práctica. Si no hacemos esto, no cumplimos
el mandato de Cristo». Había asimilado por completo el espíritu
del Padre.
Con su llegada se da impulso al primer taller-escuela
“Cristo Rey” para enseñar mecánica a algunos muchachos cuzqueños.
Una nave reducida y con muy modestas posibilidades pero
que en aquellos tiempos costó muchos sudores y fue también motivo
de muchas alegrías. Era el primer trabajo misionero de Lumen
Dei en América. Hoy familias y actividades se han multiplicado
abundantemente. Muchos matrimonios han seguido su ejemplo y
viven consagrados en cuerpo y alma, junto con los Sacerdotes y
Hermanas de Lumen Dei, al servicio de los pobres. Es el fruto
de aquella primera semilla que con su vida sembraron los Letamendía.
El 9 de agosto de 1970, por misteriosos designios de la
Providencia, José Cruz, su esposa y sus hijos, Mª de los Ángeles
y Ricardo, fallecen en un accidente aéreo en el Cuzco, cuando venían
a España a buscar ayudas para sus “machacados”.
«… En José Cruz se advertía manifiestamente el dedo del
Espíritu Santo. Modelo de misionero seglar. Entregado incondicionalmente
a Cristo… Muy fieles al Evangelio. Acá se hicieron
amar. Han dejado huella… Lo mucho que hicieron por esta Obra
el Señor se lo está premiando ahora por toda la eternidad. Aquel
día, cuando volaban, creíamos que volaban para su patria chica
pero el Señor desvió su viaje para el cielo. ¡Bendito sea! Un ejemplo
digno de imitar». (De unas cartas del P. Rodrigo Molina)
en Pasajes de San Juan (Guipúzcoa, España) el 4 de junio de 1940
y el 27 de diciembre de 1943, respectivamente. Contraen matrimonio
el 20 de enero de 1968. Poco antes de casarse conocen al
Rvdo. P. Rodrigo Molina, S.I., un Sacerdote español que, ante la
desgarradora situación del pueblo quechua y respondiendo a la
llamada del Concilio Vaticano II y las Encíclicas de los últimos
Papas, acababa de fundar en Cuzco, junto con un grupo de laicos
comprometidos, Prodesa (Promotora de Desarrollo) que, con los
años, vendría a transformarse en A.B.C. PRODEIN y en la Sociedad
Familiar Eclesial UNIÓN LUMEN DEI.
Quieren ayudar al Padre. Le prometen irse al Cuzco nada
más casarse para consagrar ambos al unísono sus vidas al Señor
al servicio de los más necesitados. Sin saberlo serán los primeros
misioneros y los cimientos de la Obra del Padre. Su generosidad
llena de alegría al Padre Molina. En José Cruz se da cuenta que
ha encontrado a la persona que necesitaba. Él es muy inteligente.
Posee grandes cualidades humanas y sobrenaturales. Rosa María
lo secunda en todo. Ya en Perú -llegaban el 10 de febrero de 1968-
tendrán dos hijos, María de los Ángeles y Ricardo, y adoptarán
una niña cuzqueña, Margarita.
Bien pronto, José Cruz se gana la simpatía de todos por
su gran bondad. Se entrega incondicionalmente a Jesús a través
de esta Obra. Llega a un grado de unión e identificación con el
Crucificado sorprendente. Mucho tiene que sufrir, pero mantiene
su inquebrantable fidelidad. El 21 de mayo de 1970 le escribía al
Padre Molina: «Reitero mi inquebrantable desprendimiento por
la creación de esta Institución seglar religiosa y mi propósito de
seguir aplicado hasta la lucha según el querer de Cristo. Que sólo
Él y nada más que Él guíe mis torpes pasos. Nada soy y en nada
cabalgo, sólo deseo andar en Cristo y ser para Cristo». Y el 1 de
julio de este mismo año: «Tenemos que hacer algo extraordinario.
Cristo no se pasó en mediocridades, sino todo lo contrario. Es de
absoluta necesidad ser santos porque si no, es imposible hacer
algo, pero también es imprescindible ser técnicos para impregnar
los evangelios en la práctica. Si no hacemos esto, no cumplimos
el mandato de Cristo». Había asimilado por completo el espíritu
del Padre.
Con su llegada se da impulso al primer taller-escuela
“Cristo Rey” para enseñar mecánica a algunos muchachos cuzqueños.
Una nave reducida y con muy modestas posibilidades pero
que en aquellos tiempos costó muchos sudores y fue también motivo
de muchas alegrías. Era el primer trabajo misionero de Lumen
Dei en América. Hoy familias y actividades se han multiplicado
abundantemente. Muchos matrimonios han seguido su ejemplo y
viven consagrados en cuerpo y alma, junto con los Sacerdotes y
Hermanas de Lumen Dei, al servicio de los pobres. Es el fruto
de aquella primera semilla que con su vida sembraron los Letamendía.
El 9 de agosto de 1970, por misteriosos designios de la
Providencia, José Cruz, su esposa y sus hijos, Mª de los Ángeles
y Ricardo, fallecen en un accidente aéreo en el Cuzco, cuando venían
a España a buscar ayudas para sus “machacados”.
«… En José Cruz se advertía manifiestamente el dedo del
Espíritu Santo. Modelo de misionero seglar. Entregado incondicionalmente
a Cristo… Muy fieles al Evangelio. Acá se hicieron
amar. Han dejado huella… Lo mucho que hicieron por esta Obra
el Señor se lo está premiando ahora por toda la eternidad. Aquel
día, cuando volaban, creíamos que volaban para su patria chica
pero el Señor desvió su viaje para el cielo. ¡Bendito sea! Un ejemplo
digno de imitar». (De unas cartas del P. Rodrigo Molina)
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home